La cocina de pruebas de Southern Living ha estado publicando recetas desde 1970, cuatro años después de que la primera edición de la revista Southern Living apareciera en los quioscos.
El equipo de la cocina de pruebas de Southern Living incluye un grupo de profesionales con una profunda experiencia en el desarrollo de recetas, desde pasteleros y expertos en parrilla hasta nutricionistas y dietistas.
Juntos, el equipo prueba y vuelve a probar, produce, estiliza y fotografía miles de recetas cada año en la moderna instalación de la cocina de pruebas ubicada en Birmingham, Alabama.
Su nombre era James Bray, Jimmy para sus amigos y Papaw para mí.
Pero para los empleados de las oficinas de sus médicos, nuestra iglesia y el salón donde mi abuela se hacía el cabello cada semana, él era el hombre que traía fudge de mantequilla de maní en Navidad.
Durante las fiestas, mi abuelo siempre tenía un recipiente de CorningWare lleno de fudge guardado en el refrigerador.
Quería asegurarse de que hubiera suficientes piezas a mano para cualquiera que viniera—y, por supuesto, para él mismo.
Luego, justo antes de que los lugares de trabajo cerraran por las vacaciones de invierno y todos se marcharan para el descanso de fin de año, hacía lote tras lote para estas personas importantes, entregando los dulces cubos de caramelos en humildes recipientes de plástico a sus escritorios.
Los afortunados receptores le decían cómo esperaban ese momento todo el año, cómo marcaban sus citas en el calendario para poder estar presentes.
Nadie quería perderse la oportunidad.
Decían que su fudge de mantequilla de maní, con un toque de cacao, era más rico y suave que cualquier otro que hubieran probado.
El fudge es un regalo.
O, más bien, hacerlo es un regalo.
No es la confección más simple.
Requiere paciencia y perseverancia, y debes estar atento a los más mínimos cambios en la textura y el color.
Quizás por eso nadie más en mi familia había estado ansioso por aprender.
Nadie, excepto yo.
Cada vez que mi abuelo hacía su fudge, yo estaba al acecho.
Él sacaba la tarjeta de la receta, una escrita por su madre hace muchas décadas y actualizada con su letra fina, y me hacía seguirlo mientras llevaba el azúcar y la leche evaporada a ebullición.
Papaw había hecho esta receta tantas veces que ya no se preocupaba por un termómetro para caramelos.
Tampoco necesitaba un temporizador.
Después de mezclar y mover su camino a través de cientos de lotes, lo sabía de memoria, y rara vez le fallaba. Mundo Gore
Sin embargo, el primer fudge que hice después de que él murió sí me falló.
Sin él, la receta no era más que un revoltijo de palabras.
Él había actualizado los ingredientes y las cantidades a medida que los productos cambiaban con el tiempo, y yo había olvidado sus aclaraciones, aquellas que quedaron no escritas en la tarjeta, que estaba manchada y sucia por décadas de uso.
Mi intento se quemó, incluso se chamuscó.
El azúcar fundido casi se había unido a la sartén de hierro fundido, marcando la cucharadita de madera que él había aprobado para su uso.
Pero mejoré, y los lotes de caramelos también.
Ahora, mi familia le dirá a otros que sé cómo hacer el fudge de Papaw, y lo solicitarán, ansiosos por recuperar ese momento de felicidad que sintieron con el primer bocado.
Hago la receta con tan poca frecuencia que tengo que concentrarme como si estuviera tomando un examen de ingreso a la universidad, pero una súplica no expresada surge con la tarjeta, un empujón de mi abuelo para hacer otro lote y seguir intentando.
“A mí también me tomó años hacerlo bien,” me decía—y luego me pasaba la mantequilla de maní y la cuchara de madera y me decía que intentara de nuevo.
Este fudge de mantequilla de maní es simple y eficiente, pero requiere prestar atención a la temperatura para que no se cocine de más.
Aquí hay un breve esquema del proceso con la receta completa más abajo: Mezcla el azúcar granulada y el cacao en una cacerola mediana.
Agrega la leche evaporada y 4 cucharaditas de agua; añade la mantequilla.
Calienta a fuego medio, revolviendo a menudo, hasta que el azúcar se disuelva.
Lleva a ebullición a fuego medio, revolviendo a menudo.
Hierve, revolviendo a menudo, hasta que un termómetro registre 226°F a 227°F, aproximadamente 3 minutos y 30 segundos.
Vierte rápidamente en el molde preparado y alisa en una capa uniforme.
Reserva y deja enfriar completamente, aproximadamente 4 horas.
(Alternativamente, deja enfriar un poco a temperatura ambiente, unos 30 minutos; enfría, sin cubrir, en el refrigerador hasta que esté completamente frío, aproximadamente 1 hora.)
Fudge de Mantequilla de Maní
🌟 ¡Hola a todos! 🌟 Hoy quiero compartir un poco sobre la rica tradición culinaria de la Southern Living Test Kitchen, que ha estado creando deliciosas
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