La fascinante historia del niño salvaje de Sierra Morena

 

 

 

Sociedad la fascinante historia del nino salvaje de sierra morena 1Durante la postguerra española, una época en que la el hambre y la penuria azotaban el país, Marcos Rodríguez Pantoja, también conocido como el niño salvaje de Sierra Morena, se crió entre lobos, en Sierra Morena, aislado del mundo de los humanos. Su historia, triste y fascinante, ha sido llevada al cine en una película de Gerardo Olivares.

Marcos nació en Añora, un pueblecito de Sierra Morena, Andalucía, en 1946. Creció durante la postguerra española pasando hambre y penalidades. Sus padres lo criaron a base de palos, lo explotaron y nunca le proporcionaron los cuidados que necesita un niño.

 

Luego cuando tenía 6 años, la difícil situación económica obligó a su padre a vender a Marcos a un viejo pastor medio ciego. El niño fue llevado al Valle del Silencio para trabajar cuidando el ganado junto al viejo cabrero.

El anciano era un hombre salvaje de rudos modales que apenas hablaba; para comer cazaba un conejo que desollaba, partia en dos y daba la mitad a Marcos para que lo comiera crudo. Pero el anciano desapareció a los pocos meses y Marcos se quedó solo en plena sierra.

Aunque vivió durante un tiempo en una choza no tardó en trasladarse a una cueva donde se sentía más protegido. Comenzó a cazar de una forma un tanto peculiar, subiéndose a los ciervos y golpeándolos con un palo hasta matarlos para luego abrigarse con su piel y comer su carne.

Los lobos aparecieron y Marcos comenzó a compartir su carne con ellos. Al poco tiempo este empezó a aullar cada vez que cazaba un nuevo festín para que acudieran sus nuevos compañeros, que no tardaron mucho en aceptarle como uno más de la manada, permaneciendo siempre junto a él, siguiéndolo allá donde iba.

«Si yo lloraba se tiraban a mí dando saltos y me cogían los brazos con la boca hasta que yo reía; luego, me señalaban el camino hasta su lobera”, contaba el propio Marcos.

Así pasó 12 años hasta que la Guardia Civil le encontró un día con el cabello por la cintura y cubierto con pieles de venado. Su piel se había tornado morena y estaba cubierta de cicatrices, sus pies estaban llenos de callos y apenas sabia un puñado de palabras.

Sociedad la fascinante historia del nino salvaje de sierra morena 2

Dicen que cuando aprendió más vocabulario, le dio por repetir: “Yo, con mucho gusto, volvería”. Seguramente los lobos le dieron el cariño que no había encontrado entre los humanos.

Fue trasladado a casa de un cura donde lo bañaron y enseñaron a usar los cubiertos para comer, después de ello fue mandado a un convento de Madrid, donde las monjas le aplicaron un remedio con dos tablas para corregir la desviación de columna que presentaba después de tantos años caminando encorvado.

 

Al principio le resultaba imposible aguantar el ruido de la ciudad y se sentía extraño en un mundo que no comprendía. No entendía que en muchos sitios hubiera comida, como en un bar, y que se tuviera que pagar por ello, cosa que le origino infinidad de conflictos.

Marcos tiene hoy 68 años y una vida difícil tras de sí. Tuvo problemas para encontrar trabajo y en muchas ocasiones se aprovecharon de el. Aún hoy sigue sin comprender muchas cosas, pero solo pierde el control cuando ve a alguien maltratar a un animal. Desde hace varios años vive cerca de Orense donde cuida de un cortijo y es querido por sus vecinos. Aunque, de vez en cuando, todavía se adentra en la Sierra para visitar a su familia, los lobos.Te recomendamos Estufa de pellets

 

Sociedad la fascinante historia del nino salvaje de sierra morena 3Durante la postguerra española, una época en que la el hambre y la penuria azotaban el país, Marcos Rodríguez Pantoja, también conocido como el niño salvaje de Sierra Morena, se crió entre lobos, en Sierra Morena, aislado del mundo de los humanos. Su historia, triste y fascinante, ha sido llevada al cine en una película de Gerardo Olivares.

Marcos nació en Añora, un pueblecito de Sierra Morena, Andalucía, en 1946. Creció durante la postguerra española pasando hambre y penalidades. Sus padres lo criaron a base de palos, lo explotaron y nunca le proporcionaron los cuidados que necesita un niño.

Luego cuando tenía 6 años, la difícil situación económica obligó a su padre a vender a Marcos a un viejo pastor medio ciego. El niño fue llevado al Valle del Silencio para trabajar cuidando el ganado junto al viejo cabrero.

El anciano era un hombre salvaje de rudos modales que apenas hablaba; para comer cazaba un conejo que desollaba, partia en dos y daba la mitad a Marcos para que lo comiera crudo. Pero el anciano desapareció a los pocos meses y Marcos se quedó solo en plena sierra.

Aunque vivió durante un tiempo en una choza no tardó en trasladarse a una cueva donde se sentía más protegido. Comenzó a cazar de una forma un tanto peculiar, subiéndose a los ciervos y golpeándolos con un palo hasta matarlos para luego abrigarse con su piel y comer su carne.

Los lobos aparecieron y Marcos comenzó a compartir su carne con ellos. Al poco tiempo este empezó a aullar cada vez que cazaba un nuevo festín para que acudieran sus nuevos compañeros, que no tardaron mucho en aceptarle como uno más de la manada, permaneciendo siempre junto a él, siguiéndolo allá donde iba.

«Si yo lloraba se tiraban a mí dando saltos y me cogían los brazos con la boca hasta que yo reía; luego, me señalaban el camino hasta su lobera”, contaba el propio Marcos.

Así pasó 12 años hasta que la Guardia Civil le encontró un día con el cabello por la cintura y cubierto con pieles de venado. Su piel se había tornado morena y estaba cubierta de cicatrices, sus pies estaban llenos de callos y apenas sabia un puñado de palabras.

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Dicen que cuando aprendió más vocabulario, le dio por repetir: “Yo, con mucho gusto, volvería”. Seguramente los lobos le dieron el cariño que no había encontrado entre los humanos.

Fue trasladado a casa de un cura donde lo bañaron y enseñaron a usar los cubiertos para comer, después de ello fue mandado a un convento de Madrid, donde las monjas le aplicaron un remedio con dos tablas para corregir la desviación de columna que presentaba después de tantos años caminando encorvado.

Al principio le resultaba imposible aguantar el ruido de la ciudad y se sentía extraño en un mundo que no comprendía. No entendía que en muchos sitios hubiera comida, como en un bar, y que se tuviera que pagar por ello, cosa que le origino infinidad de conflictos.

Marcos tiene hoy 68 años y una vida difícil tras de sí. Tuvo problemas para encontrar trabajo y en muchas ocasiones se aprovecharon de el. Aún hoy sigue sin comprender muchas cosas, pero solo pierde el control cuando ve a alguien maltratar a un animal. Desde hace varios años vive cerca de Orense donde cuida de un cortijo y es querido por sus vecinos. Aunque, de vez en cuando, todavía se adentra en la Sierra para visitar a su familia, los lobos.

 

La fascinante historia del niño salvaje de Sierra Morena

Durante la postguerra española, una época en que la el hambre y la penuria azotaban el país, Marcos Rodríguez Pantoja, también conocido como el niño salv

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2025-01-30

 

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