Desmitificando mitos sobre nutrición: ¿Fue un error la locura por los alimentos sin grasa? Al igual que las columnas de Jennifer Bowden en el NZ Listener y aquí en listener.co.nz, los suscriptores pueden acceder a su columna quincenal "Desmitificadores" en la que explora mitos sobre alimentos y nutrición Durante décadas, se consideró que la grasa era la raíz de todos los males dietéticos, lo que impulsó la aparición de productos sin grasa que aún dominan las estanterías de los supermercados.
Sin embargo, en los últimos años, los alimentos enteros han vuelto a estar en el centro de atención, elogiados por su sabor y sus posibles beneficios para la salud.
Este cambio plantea preguntas importantes: ¿Se basó la locura por los alimentos sin grasa en una ciencia sólida, y son realmente mejores para tu salud las opciones enteras? Exploremos la evidencia para descubrir la verdad detrás de estas tendencias dietéticas.
A mediados del siglo XX, la investigación científica reveló vínculos preocupantes entre el consumo de grasas saturadas, los niveles de colesterol y las enfermedades cardíacas.
Aquellos que vivían en islas mediterráneas tenían un menor riesgo de enfermedad cardiovascular, ya que se alimentaban de aceite de oliva, montones de verduras frescas, aguacates y pescado cargado de grasas insaturadas saludables.
En contraste, los occidentales tenían una tasa de enfermedades cardiovasculares mucho más alta, utilizando enormes cantidades de mantequilla y manteca en sus cocinas, consumiendo cortes de carne grasosa, carnes procesadas baratas, pasteles y productos lácteos enteros, todos llenos de grasas saturadas.
Sin embargo, en ese momento, el conocimiento sobre los efectos de las diferentes grasas dietéticas era escaso.
En consecuencia, se pensaba que todos los tipos de grasa dietética eran perjudiciales para la salud del corazón al aumentar los niveles de colesterol.
Las pautas nutricionales nacionales promovieron una dieta baja en grasa, lo que significaba que los aguacates y el aceite de oliva, saludables para el corazón, se descartaron figurativamente junto con la manteca y las carnes grasas.
El mensaje sobre la salud baja en grasa fue sensacionalizado por los medios y los titulares vilificaron la grasa y elogiaron las dietas sin grasa.
No dispuestos a perder la oportunidad, la industria alimentaria capitalizó el mensaje bajo en grasa creando y comercializando productos bajos en grasa y sin grasa.
Sin embargo, estas variantes de alimentos bajos en grasa estaban típicamente cargadas de azúcares adicionales y carbohidratos refinados para mantener el sabor.
Entonces, mientras comercializaban productos bajos en grasa como más saludables, eran todo lo contrario.
Ahora, las variantes bajas en grasa de aderezos para ensaladas, confites, helados, yogur, productos de panadería y similares aún llenan nuestras estanterías de tiendas. Autoclave de vapor Blog
Sin embargo, la grasa proporciona propiedades sensoriales importantes en los productos alimenticios, incluyendo color, sabor, textura y olor.
Por lo tanto, desarrollar alimentos con niveles de grasa más bajos no es un simple caso de eliminar la grasa.
En cambio, requiere que el alimento sea reformulado para asegurar la aceptación del consumidor.
En los últimos años, se ha realizado una considerable investigación y desarrollo para crear reemplazos de grasa alternativos.
Estos ahora toman la forma de carbohidratos complejos, incluyendo gomas y geles, o bien reemplazos de grasa a base de proteínas o lípidos.
Por ejemplo, los reemplazos de grasa a base de proteínas comerciales, como las proteínas de suero micronizadas, se forman al exponer los concentrados de proteínas de suero a alta presión, cortado, calor y una serie de otros pasos para crear partículas submicrónicas que simulan la sensación en boca de las gotas de grasa en productos lácteos bajos en grasa.
En lugar de manipular alimentos procesados para reducir las grasas no saludables, podemos cambiar nuestros patrones dietéticos y dejar que los nutrientes y las grasas se equilibren naturalmente.
Comer más verduras, frutas y granos enteros con carnes magras, pescado, pollo y productos lácteos bajos en grasa resuelve en gran medida el problema de la grasa dietética.
Si nos enfocamos únicamente en evitar un nutriente – la grasa dietética – podemos inventar todo tipo de nuevas formas de comer mal.
La grasa no es mala.
De hecho, los frutos secos, semillas, aguacate, aceitunas y aceites vegetales saludables contienen grasas poli y mono insaturadas que son saludables para el corazón.
Estas grasas son buenas para la salud del corazón con moderación y son mejores que las grasas animales que se encuentran en la mantequilla, crema y carne, señala la Fundación del Corazón, que recomienda elegir leche baja en grasa o optar por menores cantidades de leche entera.
Cambiar a un patrón dietético rico en verduras, frutas, granos enteros, proteínas magras y grasas saludables para el corazón, como las de frutos secos, semillas, pescado y aceite de oliva, promueve naturalmente una mejor salud.
Vamos a ir más allá de las tendencias reduccionistas del pasado, como la locura de los alimentos sin grasa, y adoptar una visión más holística de la nutrición, una que prioriza la calidad, variedad y moderación sobre las modas y la ingeniería alimentaria.
Desmitificando mitos sobre nutrición: ¿Fue un error la locura por los alimentos sin grasa? Al igual que las columnas de Jennifer Bowden en el NZ Listener y aquí en listener.co.nz, los suscriptores pueden acceder a su columna quincenal "Desmitificadores" en la que explora mitos sobre alimentos y nutrición
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2024-12-02
El contenido original se encuentra en https://www.nzherald.co.nz/the-listener/health/nutrition-myth-busters-was-the-fat-free-craze-a-mistake/AWUB3UGJ7JBWTG3OWBW5FQMU6U/
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